Tampa. Al entrar al clubhouse de los Yanquis de Nueva York en el George M. Steinbrenner Field, unas de las primeras cosas que uno se encuentra son los casilleros de los lanzadores abridores.

Contrario a otros jugadores, que están más escondidos en el amplio salón, los iniciadores tienen un lugar privilegiado justamente en la entrada.
Tal vez es un signo de la importancia de los lanzadores, o es mera casualidad. Pero lo que no se puede negar es que los brazos de CC Sabathia, A.J. Burnett y Andy Pettitte fueron gran parte de las razones por las que los Yanquis son, una vez más, los campeones defensores de la Serie Mundial.

Para esta temporada, el trío de abridores tendrá un cuarto apoyo en el boricua Javier Vázquez, quien tiene su espacio en el rincón del camerino, justamente entre Sabathia y Burnett. Cualquiera quizás sentiría presión a la hora de unirse a esos “caballos”, pero la palabra presión no está en el vocabulario de Vázquez. Para el ponceño, es una oportunidad de lucir en el más alto nivel.
“Me siento muy bien, obviamente vengo aquí a tratar de hacer el trabajo del año pasado, que es ganar la Serie Mundial”, dijo Vázquez ayer en entrevista. 

“Con esos tres caballos al frente, lo que tengo que hacer es unirme a ellos y tratar de seguir haciendo mi trabajo”, agregó.
Y la transición, según Vázquez, ha sido relativamente fácil gracias al compañerismo que existe entre los integrantes de la rotación yanqui. En poco tiempo, el ponceño ha creado una gran amistad con el veterano Pettitte, con el que menos se había relacionado antes de llegar a los Mulos.
“Todo el mundo está bien contento porque yo estoy aquí. A CC y a A.J. los conocía de los parques, jugamos mucho en contra (en la Liga Americana). Y con Andy, hemos estado hablando un montón y hemos jugado golf de vez en cuando. La he pasado muy bien con ellos”, afirmó Vázquez, quien solamente tuvo halagos para Pettitte, el máximo ganador de postemporada en la historia de las Grandes Ligas con 18 victorias.
“La amistad es de ahora. Él es tremenda persona, me ha caído muy bien, y hemos hecho una buena amistad”, subrayó el ponceño que llegó a los Mulos en un cambio el pasado 23 de diciembre con los Bravos de Atlanta.
Todo marcha al pie de la letra
Luego de casi dos semanas entrenando con su nuevo equipo, Vázquez aseguró que el inicio de su nueva etapa con los Yanquis ha sido a pedir de boca. Pero claro, el hecho de ser campeones ha ayudado a la química, muy distinto a la última estadía del boricua en el Bronx en el 2004, cuando Nueva York venía de perder la Serie Mundial ante los Marlins de Florida.
“Desde que llegué, el ambiente ha sido bien distinto. Los peloteros que hay ahora son diferentes a los que estaban para ese tiempo (2004) y, obviamente, tras ganar la Serie Mundial, la historia es bien diferente”, comentó Vázquez, quien dijo sentirse en óptimas condiciones.
“Físicamente, me siento muy bien. Gracias a Dios, nunca he tenido problemas con el brazo. Comparado con otros campos de entrenamiento, me siento igual”, concluyó el derecho de 33 años, que tuvo marca de 15-10 en la pasada campaña.